La geografía moderna se ha venido
alejando considerablemente de aquella de la antigüedad que se definía como mera
descripción de la Tierra. En la actualidad, la nueva geografía es, realmente,
la ciencia de la Tierra que estudia las diversas fuerzas que obran en nuestros
días sobre ella, en sus manifestaciones y en sus consecuencias, estudiando,
además, esas fuerzas en sus relaciones recíprocas y en las consecuencias de
esas relaciones. Por lo tanto, la moderna geografía científica se halla
dominada hoy por sendas ideas fundamentales: la idea de la actividad y la idea
de la conexión, dejando de ser un inventario y una simple enumeración para
transformarse en un sistema que observa, clasifica y explica los efectos
directos de las fuerzas activas y los complejos de esas fuerzas asociadas.
La geografía económica no puede ser
separada de la geografía física, ya que la Naturaleza, que es su objeto,
suministra al hombre los elementos de la producción, ni tampoco de la geografía
humana, porque las sociedades, que son su objetivo, organizan esta producción,
la utilizan por medio del consumo y establecen los intercambios según las
predisposiciones naturales.
La geografía económica abarca desde el
estudio de la caza y de la pesca al de la industria y de los transportes, pasando
por el de toda clase de cultivos, la ganadería, la pesca, la minería, etc. La
geografía económica trata, así pues, de las ocupaciones productivas e intenta
explicar porqué ciertas regiones destacan en la producción y exportación de
determinados bienes y servicios y porqué otras sobresalen en su utilización o
consumo. Es evidente que las ocupaciones del hombre para procurarse los más
importantes productos que necesita, y no sólo para asegurarse el mantenimiento
de sus energías vitales (alimentación, vivienda y vestido), sino también otros,
como combustibles, bienes de equipo y materias primas para la industria, e
incluso los artículos de lujo, tienen bases físicas a las que se da el nombre
de factores del medio natural. Por lo tanto, podemos que la geografía económica
es "el estudio de la relación de los factores físicos del medio con las
condiciones económicas de la producción y de la distribución de las mercancías,
encuadrando todo ello dentro del marco geográfico donde tiene lugar".
La finalidad de la geografía económica
es el estudio geográfico, conforme a sus causas y efectos, del proceso activo
que tiene por objeto los elementos naturales en la superficie de nuestro
planeta. Su primer objeto consistirá en determinar la localización topográfica
de los factores económicos sobre dicha superficie; el segundo estudiará el
desarrollo de las relaciones causales entre los factores geográficos más
importantes y las influencias recíprocas de las zonas mercantiles, censos
agrarios, industriales y de servicios, etc., sobre los bienes económicamente
valiosos y su proceso económico. Y el tercero se propondrá delimitar
geofísicamente ciertas zonas (comarcas y regiones) con caracteres típicos en
orden a la economía; precisamente, el modelo de comercialización y regionalización
objetivas que aquí se propugna, con su aplicación a Cataluña, abunda en este
sentido.
Por lo tanto, la finalidad de esta
disciplina será el estudio de las formas de producción y de la localización del
consumo de los diferentes artículos en un conjunto espacial. La geografía
económica es una ciencia fundamentalmente humana, en el sentido de que los
procesos de producción, transporte, comercio y consumo de los diferentes bienes
y servicios, proceden de iniciativas humanas, y deben sus caracteres, eficacia
y formas de organización al pasado antropológico de cada grupo social.
Desde luego, uno de los muchos puntos
de vista desde los que puede estudiarse el fenómeno económico es el geográfico.
De aquí la existencia de esta disciplina que, como hemos visto, estudia la
distribución de las actividades económicas del hombre y sus relaciones con el
medio ambiente físico que le rodea. El medio natural influye más en la
producción y en el transporte de los bienes que se hallan más al margen de las
condiciones geográficas. Por este motivo, el estudio de la localización
geográfica de la producción constituye el núcleo central de esta materia.
Indudablemente, los cambios del medio
exigen reajustes. Cuando el hombre agota un yacimiento petrolífero o minero o
destruye un bosque, los puertos de apoyo, poblados mineros y aldeas madereras
comienzan a ir menos hasta desaparecer incluso, si no han sabido explotar
paralelamente una nueva fuente de riqueza. Pero pueden permanecer los factores
físicos sensiblemente iguales en una comarca a lo largo del tiempo y, sin
embargo, cambiar radicalmente su geografía económica por la introducción de
nuevas especies animales y vegetales por medio de la aclimatación, selección,
cruzamiento, mejora y bio-tecnología molecular, que han hecho variar el
carácter y los límites de las especies originales. La actividad humana es
responsable del grado de intensidad y de la naturaleza de la utilización de los
recursos naturales de una región, dependiendo ello, principalmente, del tipo de
civilización del grupo social que los explota.
Pero también la habilidad humana para aprovechar eficazmente los
múltiples recursos terrestres ha variado con el tiempo. En sus primeras etapas,
las aguas corrientes suministraron al hombre bebida y pesca siendo, no obstante,
obstáculos insuperables para su nomadismo; pero cuando conocieron y
perfeccionaron las embarcaciones, se convirtieron esos cursos de agua en
importantes vías de comunicación y, al continuar el progreso humano, se
utilizaron, más tarde, para regar los cultivos, producir energía, refrigerar
las centrales nucleares y para otros importantes usos industriales y
comerciales.
Tradicionalmente se han observado tres
criterios para el estudio de la distribución geográfica de la producción. El
primero sólo tenía en cuenta el tipo de actividad u ocupación del hombre,
destacando el hecho de que la actividad económica se realiza dentro de un grupo
social, y que las ocupaciones no se hallan inexorablemente determinadas por las
condiciones climáticas, fisiográficas y biológicas. Son los mismos grupos
humanos los que, en virtud de un conjunto de factores, casi siempre
dependientes del tipo y grado de su civilización, orientan su esfuerzo hacia
unas ocupaciones concretas.
El segundo punto de vista se basa en
las condiciones estrictamente naturales. Cada una de las zonas terrestres
ofrece una serie de posibilidades y encierra, otrosí, una serie de
limitaciones, pero nunca un determinismo absoluto. Para el hombre primitivo,
así como para el actual, la tundra ártica o los trópicos restringen el campo de
las actividades extractivas. Sin embargo, aunque sea prolijo o imposible
producir café en la tundra o criar renos en los trópicos, el hombre, adaptando
las características naturales de los seres vivos a climas y suelos distintos de
los que eran originarios, ha extendido el campo de sus actividades a regiones
espontáneamente poco propicias a esas producciones.
Finalmente, la tercera concepción
clasifica las actividades según las mercancías producidas, distinguiendo la
producción de primeras materias, la de productos semiterminados y la de
artículos finales. Estos productos pueden ser naturales, como todos los
minerales y parte de los agrícolas y forestales; seminaturales, proporcionados
por la Naturaleza, pero mediando intervención humana, como la mayoría de los
agrícolas, y fabricados, en los que la Naturaleza proporciona la materia prima
que después el hombre transforma.
Debe tenerse en cuenta, por otra parte,
el estudio del transporte que, como instrumento auxiliar del intercambio, se
erige en factor fundamental en la producción, al nivelar el desequilibrio
existente entre ésta y el consumo. En la producción, el transporte colabora de
dos formas principales: en la de materias primas, porque permite explotar
recursos existentes en lugares alejados del que vayan a consumirse,
transportándolos hacia zonas en que serán objeto de una transformación
industrial, llevando a aquellas regiones otros elementos necesarios para su
producción como máquinas, herramientas, etc., y en la de productos
semiterminados o artículos finales, porque conduce, hasta las zonas en que se
encuentran emplazadas las industrias de transformación, las primeras materias
indispensables, permitiendo aprovechar al máximo los factores productivos en
ellas existentes, como la energía motriz, la mano de obra especializada, los
conocimientos técnicos y científicos, ... Sin embargo, otra serie de
actividades terciarias, como las ocupaciones dedicadas a la producción de
servicios (bancarias, financieros, culturales, profesionales) tienen una
dependencia del factor físico mucho menos marcada.
Ahora bien, raras veces coincide la
división por regiones económicas con la pura división geográfica o
administrativa. Una región económica es, en síntesis, una determinada ordenación
de los elementos naturales que existen en una región geográfica impuesta por el
trabajo del hombre, que actúa en virtud de unas determinadas ideas políticas,
sociales, culturales y económicas.
La aceptación de este principio de
interacción permanente y equilibrada entre la Economía y la Geografía,
constituye, en nuestra opinión, la justificación del método de comercialización
y regionalización que proponemos, y que se distingue, formalmente, de otros
métodos aplicados al caso merced a su espíritu objetivo y al empleo fundamental
de técnicas estadísticas y de Investigación Operativa que le confieren,
precisamente, el susodicho talante.
El cuerpo del proceso a seguir podemos
considerarlo dividido en tres fases fundamentales, que se corresponden con los
tres grandes modelos geoeconómicos a aplicar: en primer lugar, el modelo
estructural, que nos permitirá el hallazgo de las variables macroeconómicas que
se han de incorporar al segundo modelo, el de decisión multicriterio, que nos
facilitará, a su vez, la selección de las "cabeceras de comarca" (o
de “región”, en su caso) o, por decirlo de otra manera, de los "municipios
relevantes" entre los cuales, y a través de la aplicación del tercer
modelo, que será del tipo gravitatorio, podremos delimitar las fronteras comarcales
(regionales o nacionales) que establecen racionalmente una división
geo-económica del territorio estudiado.